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Peña Nieto resucita al viejo PRI

Publicado: 2012-04-10

Por Sergio Paz Murga

México ya vive la fiebre presidencial y hasta el momento Enrique Peña Nieto lograría lo que hasta hace pocos años parecía imposible: regresar a Los Pinos –la residencia oficial de los mandatarios– a un representante del ex magullado Partido de la Revolución Institucional.

El viejo PRI, que nació bajo los auspicios de la Revolución de 1910, fue expulsado del poder en el 2000 por el panista Vicente Fox.

La gente, simplemente, estaba harta de siete décadas de prácticas autoritarias, elecciones “al dedazo” y, sobre todo, corrupción por lo que abrazaron con gran esperanza el mensaje de cambio y prosperidad del ex empresario de la Coca Cola.

Pero eso fue hace 12 años y mucha agua ha pasado bajo el puente. Tras dos gobiernos panistas, el país se ha visto sumido en una ola de violencia entre las fuerzas de seguridad y los cárteles de la droga que han dejado más de 47,000 muertos.

Los mexicanos tampoco están mejor que antes, por lo menos, en términos económicos. La crisis que vivió EEUU –la peor desde la Gran Depresión– afectó las exportaciones aztecas y la pobreza subió de 48.8 millones a 52 millones del 2008 al 2011.

En el 2006 la izquierda casi se alza con la victoria, un signo del malestar de los mexicanos con la crisis, pero menos de un punto porcentual evitó que el beligerante Andrés Manuel López Obrador llegara a la presidencia.

Hoy la mayoría de los mexicanos parece desencantada con López Obrador y el mensaje del “cambio responsable” lo domina el priismo, gracias al liderazgo del joven y carismático Peña Nieto.

El que fuera el gobernador del Estado de México, el más rico y poblado del país, inició desde hace varios años un trabajo de hormiga para formarse una imagen de político confiable, competente, y cercano.

Aunque no lo ha dicho oficialmente se sabe –por su entorno cercano– que su máximo sueño siempre ha sido llegar a la presidencia. Por eso ingresó al PRI –el partido mejor organizado del país–, por ello postuló a una gobernación, y por eso se preocupó en inaugurar tantas obras públicas.

Peña Nieto nunca desperdició la oportunidad de estar presente en los medios de comunicación. Acudía a cada entrevista televisiva, respondía las preguntas de la prensa escrita, siempre perfecto, peinado con gel, y vestido de punta en blanco.

Más que un político se tenía la sensación de que uno estaba viendo en acción a un galán de telenovelas, un género adorado por millones de mexicanos, en especial, las mujeres.

Él siempre ha sido consiente de su físico al punto que en la campaña del 2005, algunas mujeres llegaron a gritarle: “¡Enrique, bombón, contigo hasta el colchón!”.

Ahora, en esta campaña la consigna de su grupo de asesores de imagen ha sido tajante: Dejarse abrazar, besar, tomarse fotos al mismo estilo de una estrella de la música. Quizá por ello lo llaman el “Luis Miguel de la política”.

Y si alguien pensaba que su estrategia estaba enfocada solo en las mujeres, se equivoca. Los medios mexicanos han alertado un interés de Peña Nieto por destacar el papel de su segunda esposa, la popular y bella actriz Angélica Rivera, una de las estrellas máximas de las producciones de Televisa.

El candidato priista tiene también tres hijos de su primer compromiso y dos hijos nacidos fuera de su primer matrimonio. ¿Alguien habló del típico macho mexicano?

Sagacidad y ambición

Pero fuera de estas banalidades –que a veces juegan un papel clave en las elecciones–, Peña Nieto ha demostrado mucha inteligencia para lidiar con los intereses de los distintos y poderosos grupos que conforman la maquinaria del priismo.

No dudó en presionar hasta lograr la dimisión del mismísimo presidente del partido, Humberto Moreira, implicado en un escándalo de corrupción cuando fue gobernador del Estado de Coahuila.

Peña Nieto también ha dado órdenes para que las bases apoyen su candidatura y se separen a los disidentes –los que piden una verdadera reforma democrática del PRI– en una especie de ‘purga’ que ha sido criticado por varios sectores políticos.

Algunos critican que el candidato presidencial pese a su ‘mea culpa’ de que el PRI ha aprendido de sus errores del pasado, no ha modernizado a la agrupación y que continúa con sus prácticas autoritarias. De llegar al poder México daría un paso atrás en sus reformas democráticas que hicieron olvidar aquello de la “dictadura perfecta”, como calificó Mario Vargas Llosa las décadas del priismo.

Para acallar las críticas, Peña Nieto ha lanzado una serie de ofertas que enamoren al electorado entre ellas la creación de una comisión nacional anticorrupción, eliminar 100 diputados del Congreso, modernizar la estatal Pemex –la principal fuente de ingresos del país–, terminar con la ola de violencia interna, y aumentar el crecimiento económico para generar empleo.

Todos términos generales, según los analistas, pero que no dicen nada de cómo lo hará o qué medidas específicas pondrá en práctica. Él rehúye cualquier pregunta incómoda como siempre lo ha hecho: Yéndose por la tangente y mostrando lo que mejor sabe hacer, sonreír y sonreír en ese espectáculo que ha hecho de la política.


Escrito por

mundomula

Sergio Paz Murga, profesor y periodista. Tengo una curiosidad infinita por lo que pasa en el mundo.


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