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Romney y Santorum: La encrucijada republicana

Publicado: 2012-03-18

Por Sergio Paz Murga

Hasta hace un año en el Partido Republicano, que aglutina a gran parte de la oposición política en EEUU, la consigna era unánime: Se tenía que conseguir al “mejor candidato” para sacar de una vez por todas al progresista –o socialista– Barack Obama de la Casa Blanca.

La situación era insostenible. La economía no había logrado reflotar, se perdían decenas de miles de puestos de trabajo al mes y se aprobaron reformas, como la sanitaria, que daban un control excesivo al gobierno.

Obama demostró que era más carismático que eficiente, un líder que hablaba bonito pero hacía muy poco. Las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes comenzaron a decepcionarse al punto que en los comicios legislativos del 2010 dieron una paliza al Partido Demócrata y prefirieron votar por los republicanos que recuperaron el Control de la Cámara de Representantes.

“Será un asunto sencillo. El mismo Obama se pone la soga al cuello”, decían en las bases republicanas.

Hoy el panorama es muy distinto. Dentro de las filas republicanas hay confusión y malestar sobre el proceso de elecciones primarias para elegir al candidato presidencial que irá a los comicios en noviembre. Ya ni siquiera puede llamarse una “fiesta”, sino más bien una guerra electoral.

En general hay cuatro candidatos, pero solo dos con grandes posibilidades de ser elegidos: el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney y el senador de Pennsylvania Rick Santorum.

Ambos han comenzado lo que algunos han denominado una “guerra de guerrillas” dentro del partido para conseguir los 1,144 delegados que se necesitan para obtener la nominación en la Convención Nacional, que se celebrará en Tampa (Florida), en agosto.

Tanto Romney como Santorum dicen ser los herederos del gran legado del ex presidente Ronald Reagan (1980-1988), quien abrazó un exitoso conservadurismo que fue responsable del boom económico que cosechó el ex mandatario Bill Clinton en la década de los noventa.

El problema es que ninguno de los dos convence del todo a los republicanos y menos aún levantan pasiones de sus seguidores, como pasó entre los demócratas en la campaña presidencial del 2008.

Aquel año la nominación se la peleaban Hillary Clinton y Barack Obama. La primera, una mujer querida y preparada, reconocida en las altas esferas de Washington, y con una llegada nacional impresionante. Por 16 años figuró como una de las políticas más admiradas en EEUU.

El segundo, un joven senador de Massachusetts, negro, de raíces africanas y musulmanas, con una familia perfecta y con una oratoria envidiable. Hacía recordar al ex presidente John F. Kennedy y, por qué no, al ex activista de los derechos civiles Martin Luther King.

La disputa entre ambos –preparación versus simpatía– se convirtió en una telenovela nacional que cautivó a millones, con el número de delegados muy apretados entre un bando u otro hasta que, finalmente, venció Obama con un mensaje de “cambio” y “esperanza”.

Crece el desencanto

Mientras, con Romney y con Santorum pasa todo lo contrario. Cuanto más se conoce de ellos, menos gustan y lo dicen los propios republicanos.

Para un sector importante del partido, Romney es demasiado moderado, muy pegado al centro político, y con pocas chances de ganar en noviembre en estados sureños como Alabama, Mississippi, Georgia, entre otros, considerados el “Cinturón Bíblico de EEUU”.

En su mayoría tienen una población blanca, ligada al negocio agrícola, y que le dan mucha importancia al estudio de la Biblia y el impacto en sus vidas. Se trata de un feudo del protestantismo no anglicano, asociado a las denominaciones bautistas, que valora la individualidad en asuntos económicos. Un gobierno grande es opresivo y limita la famosa prosperidad estadounidense.

Para muchos de ellos, Romney, reconocido mormón, no es un verdadero cristiano y peor aún es laxo en sus opiniones respecto a temas como el aborto, el matrimonio homosexual o el papel del Estado.

Santorum, por su parte, es un católico de 53 años, que ha logrado cautivar al sector ultraconservador y religioso del Partido Republicano. Hijo de un inmigrante italiano y padre de siete hijos, defiende los baluartes de la derecha norteamericana.

En sus discursos, Santorum incluye advertencias de que los valores cristianos están bajo ataque e insiste que los derechos civiles “vienen de Dios y no de la Constitución”.

El gran problema del ex senador es que, pese a contar con el respaldo de un sector importante del Partido Republicano, hay voces que alertan sobre lo que llaman su “extremismo religioso” que puede provocar una corrida electoral en favor de Obama.

Para algunos analistas, la candidatura de Santorum empuja a los republicanos hacia una elección en la que los temas son religiosos, culturales y sexuales, pero esta no es la realidad en EEUU. Lo que importa ahora a la gente es encontrar trabajo y que la crisis económica llegue a su fin.

Pueda que Santorum sea muy popular en el “Cinturón Bíblico de EEUU”, pero su oposición al aborto, el matrimonio homosexual y los anticonceptivos lo aleja de los votantes más jóvenes, las minorías, y las mujeres. Tampoco goza de apoyo en la comunidad hispana que resiente la negativa del republicano de otorgarles algún beneficio a los inmigrantes ilegales.

Un personaje como Santorum haría muy difícil que sea apoyado, además, por los sectores centristas e independientes del país que tienen gran importancia en estados claves como Ohio, Florida, Nueva York y Nueva Jersey.

En pocas palabras, los republicanos están en la disyuntiva de elegir a un candidato que les pueda gustar internamente pero que no da la talla para una elección nacional, u otro que no les termina por llenar dentro del partido pero que puede dar la batalla a Obama.

Si resultara elegido el segundo, es decir Romney, comenzaría con la difícil tarea de ganarse no solo a los nuevos votantes, sino a sus compañeros de partido que lo ven como a un “bicho raro”. Los demócratas, entonces, podrían preguntarse: ¿Cómo un candidato que no es capaz de liderar su propio partido podría con la responsabilidad de gobernar al país más poderoso del mundo?

Obama sonríe. La tiene sencilla.


Escrito por

mundomula

Sergio Paz Murga, profesor y periodista. Tengo una curiosidad infinita por lo que pasa en el mundo.


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